Para el gobierno la variable “Salario” es la culpable de la inflación

La economía argentina está determinada por la restricción externa y en la actualidad por un peligroso combo que incluye déficit fiscal, déficit comercial, endeudamiento externo, inflación, inversión financiera especulativa y la bomba de las Lebacs, entre otros.

La restricción externa requiere de superávits gemelos para poder hacer frente a la necesidad de dólares con recursos genuinos (ya sea por ingresos fiscales, como por inversión productiva que repercuta en excedente en la balanza comercial) que no inflen los precios de la economía.

Argentina no es el lugar deseado por los inversores, salvo por aquellos que vienen a la fiesta de la especulación actual, que no tiene nada que hacer en el desarrollo productivo que el país requiere. Con un historial que muestra crisis cíclicas de deuda y default, alejado geográficamente de los principales mercados, con una inédita presión fiscal, son muchas las razones para no elegir nuestro país como destino de inversión productiva. Incluso las tasas determinadas por el Banco Central, ponen blanco sobre negro lo conveniente de adquirir Lebacs.

A esta altura de la situación, resulta increíble que la dirigencia política no haya reducido sus gastos estrafalarios (pasajes, contratos, invención de cargos innecesarios), siendo que son millonarios (la gran mayoría, según sus propias declaraciones juradas) y habida cuenta del nivel de déficit actual. No obstante, quienes tienen en su agenda los planes para flexibilizar a los trabajadores son quienes en el Congreso Nacional se esmeran en ausencias, sin cumplir una jornada laboral regular y con privilegios insólitos. ¿Cuántas horas por año está presente un Diputado o un Senador en su lugar de trabajo?

Hay dos cuestiones que deberían ser fundamentales en nuestra matriz fiscal. La primera es que aquellos sectores y actores de la economía que más ganan deben ser quienes más aporten a las arcas del Estado. La segunda es que hay que blanquear un porcentaje importante de la economía que hoy se mueve en negro.

Pero pareciera ser que en nuestra sociedad genera más indignación aquel que roba un celular, que aquellos que generan estructuras para evadir millones de pesos que deberían ser recaudados por la AFIP. Quienes poseen los menores ingresos de nuestro país, no cuentan con la posibilidad de evadir el IVA que pagan cuando compran la comida para su subsistencia. Mucho menos pueden evitar pagar el IVA y luego acceder a un cómodo plan de pagos, sin intereses y con quita.

Es en medio de esta ensalada de problemas económicos que hace su aparición la variable “Salario” como la culpable de todos los males. “El salario genera inflación”, afirman. “El salario es lo que impide la llegada de las inversiones”. Pero está más que claro que el salario de los trabajadores no es la causa de la inflación, ni es la traba a la inversión.

Los aumentos del precio de la energía multiplican y expanden la inflación, dado que aumentan en forma directa los costos de producción y de comercialización. Estos aumentos se han dado y se dan en porcentajes que pueden ser de un 40, 50, 60, hasta un 70 % y de una vez, mientras que este año el Gobierno pretende anclar las recomposiciones salariales en un 15 % en cuotas. No hay forma objetiva en la cual el salario logre recuperarse al ritmo de la inflación. Y cuando llega el ansiado mes del incremento para recomponer el ingreso, no tiene la fuerza de impactar en la demanda de manera tal que infle los precios, dado que apenas llega para recuperar la parte de la canasta que se dejó de consumir y para pagar impuestos y servicios.

Ahora bien, si la demanda no produce un aumento de los precios y si la política monetaria del Banco Central saca los pesos de circulación para inducirlos a la especulación financiera, ¿Por qué aumentan los precios? Los precios aumentan por la cartelización de la oferta, es decir, porque quienes venden acuerdan los aumentos para incrementar sus ganancias. No solo están calculados los aumentos de precios, sino también el momento del mes en que deben hacerlo para maximizar el beneficio. El problema no es el salario, el problema es la ambición de quienes forman los precios.

Los pronósticos no son buenos para un manejo de la economía secuencialmente cortoplacista, que recurre al parche y a las cortinas de humo para llegar a la próxima elección evitando detonar la crisis en gestación.