Su mujer le pidió el divorcio, él la quemó viva, la mató, confesó y camina libre por Necochea

El brutal asesinato de la profesora de arte de 37 años Claudia Iraola sacudió a la ciudad de Necochea en mayo de 2001. Una especie de resplandor entre los árboles del Parque Miguel Lillo marcó en una madrugada otoñal el lugar donde se encontraban sus restos, carbonizados en el baúl de un auto.
Su marido, Marcelo Llinás, la había quemado viva cuando ella le pidió el divorcio.
El reconocido productor agropecuario necochense fue condenado dos años más tarde a la pena de 22 años de prisión por el homicidio.
Hubiera correspondido la prisión perpetua, pero entonces no existía todavía la figura del femicidio y además, para dos de los tres jueces que lo juzgaron, el anuncio de su mujer de querer terminar con la relación lo shockeó y esto fue un “atenuante”.