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Las dietas de descenso rápido de peso podrían aumentar el riesgo de infartos
Lo advierte un estudio en ratones realizado en los Estados Unidos, que se centró en las secuelas a largo plazo. Consejos para un descenso gradual y seguro
Salud y Bienestar13/05/2023LUJAN365Se les llama “dietas yo-yó” a las propuestas de alimentación que llevan a reducir rápidamente el sobrepeso, pero luego producen ganancia de kilos. Son “cambios cíclicos de peso”, y es un patrón que consiste en bajar de peso y, luego, volver a engordar. Sin embargo, cada vez más la investigación científica encuentra pruebas sobre los riesgos de daños que tiene ese tipo de dietas restrictivas para la salud humana.
Ahora hay indicios de que las fluctuaciones del peso corporal resultantes de reducir y aumentar drásticamente las calorías podrían provocar cambios fisiológicos que aumentan el riesgo de sufrir enfermedades cardíacas, como los infartos, o la diabetes más adelante en la vida.
El término “dieta yo-yó” fue acuñado por Kelly Brownell, de la Universidad de Yale. Hace referencia al movimiento cíclico de ascenso y descenso del famoso juguete. En este proceso, la persona que realiza la dieta tiene éxito inicialmente en perder peso, pero no consigue mantener esos kilos a largo plazo. Comienza a ganar peso nuevamente. La persona intenta perder el peso recuperado, y el ciclo comienza nuevamente.
Los nuevos indicios vienen de un nuevo estudio realizado en ratones. Fue presentado en la reunión anual de la Sociedad Americana de Fisiología durante el encuentro de Biología Experimental (EB) 2022, celebrado en Filadelfia desde el 2 al 5 de abril. Ofreció posibles perspectivas sobre las repercusiones a largo plazo de las dietas de adelgazamiento, así como sobre las reducciones involuntarias de la ingesta de alimentos causadas por la inseguridad alimentaria.
La mayoría de los análisis anteriores en seres humanos y animales se han centrado en los impactos a corto plazo de la pérdida de peso. Pero los investigadores dicen que se sabe menos sobre cómo los ciclos de pérdida y ganancia de peso pueden afectar a la salud a largo plazo.
Para el estudio, los investigadores dividieron 16 ratones en dos grupos. Un grupo recibió una cantidad normal de comida durante todo el estudio, mientras que el otro grupo experimentó tres ciclos de una dieta restringida (60% de su ingesta diaria normal de alimentos), seguidos de tres semanas de una dieta normal.
Al final del estudio, los investigadores utilizaron la tecnología de resonancia por ultrasonido para evaluar el funcionamiento cardíaco y renal de los ratones. También hicieron análisis de sangre para evaluar la sensibilidad a la insulina, una medida sobre cómo el cuerpo procesa el azúcar.
“Descubrimos que los animales que pasaban por varios ciclos de pérdida de peso y recuperación del peso corporal tenían una función cardíaca y renal reducida al final. También tenían más resistencia a la insulina, lo que puede ser una causa de diabetes”, afirma la doctora Aline M. A. de Souza, becaria postdoctoral de la Universidad de Georgetown en Washington, DC, que fue la primera autora del estudio. “Aunque los animales parecen estar sanos tras la ‘recuperación’ de la dieta, su corazón y su metabolismo no están sanos”, advirtió.
Sus hallazgos también plantean preguntas sobre la salud pública a la luz de la pandemia de COVID-19, como por ejemplo si las personas que tuvieron problemas para acceder a los alimentos como resultado de los cierres de la pandemia y los impactos económicos se enfrentan a una mayor incidencia de problemas cardiovasculares en los próximos años.
“Nuestros datos apoyan la necesidad de realizar investigaciones adicionales en personas para averiguar si los individuos que realizan ciclos de dietas muy restrictivas para perder peso tienen un mayor riesgo de desarrollar problemas cardíacos más adelante”, dijo de Souza.
“Todavía tenemos que hacer más estudios en este campo, pero los resultados sugieren que cuanto más restrictiva es la dieta, peores pueden ser los resultados para la salud. Las dietas de adelgazamiento deben tener muy en cuenta la salud a largo plazo, especialmente si se contempla como opción la pérdida rápida de peso”, señaló.
Aunque se necesita más investigación para determinar los mecanismos biológicos que subyacen a los hallazgos y determinar si los patrones observados en los ratones se trasladan a las personas, los investigadores especulan que los cambios en la expresión genética en respuesta a la restricción calórica podrían alterar las vías biológicas que regulan la presión arterial y el metabolismo de la insulina.
En la Argentina, la doctora Mónica Katz, ex presidenta de la Sociedad Argentina de Nutrición, impulsó el movimiento en contra de las dietas que pueden afectar la salud. “No se deberían seguir dietas restrictivas, que prohíban alimentos o que reducen extremadamente las calorías, porque está demostrado en investigaciones científicas que el cerebro humano empieza a identificar que no tiene una cantidad suficiente de alimentos y se genera la sensación de hambre. Hacer dieta también implica privarse del placer. Al cabo de unos meses, la persona vuelve a comer mucho de nuevo, y recupera más sobrepeso”, explicó Katz.
En cambio, bajar gradualmente de peso es beneficioso. Una de las razones para realizar cambios que impliquen solo un descenso progresivo del peso se encuentra en cómo está compuesto el organismo humano, según Katz, que es autora del libro No Dieta. Cada kilo de peso perdido está compuesto, en promedio, por un 75% de grasa y un 25% de músculo, agua y hueso. Esa composición se mantiene siempre que no se adelgace demasiado rápido. Si se hace una dieta rápida, no solo cambia la calidad del peso perdido —50% de grasa y 50% de masa magra o agua—, sino que la reganancia de kilos será en forma de grasa.
Para la especialista, cada persona que quiera bajar el sobrepeso debe crear un ambiente seguro: no tener a mano los productos que disparan el descontrol, evitar el picoteo o la porción grande. Debería realizar 4 comidas al día en horarios flexibles. Comer un solo plato en cada comida, y “consumir una vez al día carnes, pescados o pollo más verduras o legumbres como guarnición y en la otra comida principal algún cereal, alguna pasta de buena calidad, sumado a vegetales. Se pueden consumir dulces, pero en porciones chicas”. También sugirió que hay que aprender a gestionar el estrés diario sin el consumo de comida.
FUENTE: INFOBAE
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