Francia campeón: el triunfo de lo colectivo sobre las estrellas

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Opinión15/07/2018 Daniel Lagares para Clarín
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Al menos en la cita rusa, el fútbol enseñó que como pocas veces antes, lo colectivo supera a las individualidades. La tendencia que se advertía en las grandes Ligas europeas de los últimos años se coronó en Rusia. Los genios, parece, no son suficientes.

Si Cristiano era capaz de resolver por sí mismo en Real Madrid y Messi en el Barcelona, sus calidades no fueron suficientes para Portugal y Argentina. Tampoco Neymar, acompañante de lujo de Leo en Barça y socio de Mbappé y Cavani en el reparto de protagonismo en el PSG, no fue suficiente, alcanzó para evitar la salida temprana de Brasil.InterClub1200x350
España no aggiornó su viejo estilo. Fue fácilmente "cazada" por los adversarios que se replegaron quitándole espacios y lastimándola de contraataque. El maravilloso Iniesta se despidió sin poder sacudir a un equipo que en muchos pasajes de los partidos le dio la pelota para que solucionara las fallas estructurales. Algo parecido pero en un ambiente más caótico vivió Messi en Argentina.

Al revés, los equipos que supieron integrar a sus mejores hombres, a los "distintos" al movimiento colectivo, fueron los que mejor aprovecharon a sus estrellas. Y en reciprocidad, la estrellas al servicio del conjunto, terminaron siendo los más destacados: Griezmann, Mbappé, Pogba, Rakitic-Modric, Hazard-De Bruyne se anotan en esa lista.

¿De qué jugó Griezmann en Francia? De todo un poco. De lo que necesitara el equipo: tercer delantero o media punta; a veces enganche y esporádicamente de contención. No se le cayeron los anillos para tirarse a los pies o para ocupar posiciones poco habituales. No fue casualidad, semejante disciplina fue aprendida en el Atlético del Cholo Simeone. El posgrado fue en Les Bleus de Deschamps.

Paul Pogba, insólitamente, goza de más licencias en el United de Mourinho que en su selección. Y no es infrecuente verlo "dormir" o "caminar" en Old Trafford, sin aparecer cuando el equipo lo necesita. En Francia hasta hizo personal a Fellaini en la semifinal, fue auxilio de Kante en todo el torneo y lo cerró con un gol a Croacia digno del mejor definidor. Mbappé entendió lo que su equipo necesitaba en cada partido, en una o en otra banda. Nunca fue pieza solitaria, siempre una ruedita más de un engranaje solido que privilegió la eficacia sobre el lucimiento individual. Francia fue un equipo, sus crack entendieron que debían aportar al todo.

Rakitic jugó más de 70 partidos en la temporada. Modric anduvo por ahí. Ellos llevaron a Croacia a la final con el handicap de haber jugado tres suplementarios. Como sus compañeros, todos buenos pero de menor calidad, entendieron que debían ser un clan y no solistas.LADRILLO GRUPOS DE FACEBOOK - copia
Fue Bélgica la que mejor expresó el valor de lo colectivo sobre lo individual. De Bruyne, suelto, "cerebro" y goleador en el City de Guardiola, aceptó jugar más retrasado porque el equipo lo necesitaba ahí. Hazard encajó perfecto, a veces sobre la izquierda, a veces de media punta, administrando tiempos de tenencia y aceleración a la espera del movimiento del resto. Y el resto rodeó muy bien a los dos. La mejor generación belga llegó a semifinales.  

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